sábado, 16 de julio de 2011

... High and dry ...

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Subidón, es un subidón. Una inyección de adrenalina, subidón. Es hora de dormir de nuevo y yo casi no pude hacerlo ayer. Primero por la gran descarga de adrenalina y endorfinas que significó el parto doble y todos sus bemoles, y después por la preocupancia del bienestar del amor de mi vida. No por los niños, ciertamente, pues sabía perfecto que ellos estaban bien, ya los había visto en la tostadora perdiendo su hermoso hermoso hermoso color blancuzco. Despertando cada dos minutos a verificar -ja- que Astrid estuviera bien, mirando el reloj del celular cuya pila moría de a poco y yendo al baño tres veces gracias a un laxante jugo de durazno, pasé mi primera noche como papá.

Creando vínculos que no tenía y que añoraba más que a nada en el mundo, muriendo de miedo al cargar por primera vez a ese precioso renacuajito güerejo llamado Mateo, pidiendo auxilio como después lo haría mi hermano al darle de comer al menonita hermoso de Rodrigo, sentía como una extraña y placentera hiperactividad me recorría mis huesitos y mis huequitos. Quería cargar, abrazar, cambiar los pañales, limpiar colas manchadas de popó de colores raros, dar mamilas, pegar en la espalda para que sacaran el gas, besar cabecitas peludas, chocar mi nariz con las suyas, ya nunca morder sus cachetes, arreglarles los dobleces de las orejas, amoldar la choya chipotead de Mateo, seccionar las cejas rubias de Rodrigo que estaban unidas a su cabello de Fu-Man-Chú ...

No podía dejar de verlos, no quería y no quiero dejar de verlos nunca. Son mis niños, mis line-backers, mi línea ofensiva, mis delanteros de poder, mis goleadores, mis eruditos y mis eructitos, mis cómplices de travesuras, mi compañía perfecta para ir al estadio a ver a PUMAS, mi orgullosa sangre azul y piel dorada, mis medallas de oro en la Olimpiada de Matemáticas, mis campeones del Spell-Bee ... Los hombres de mi vida, los padres de mis nietos, mis cantores de "Mi viejo", el orgullo de mi nepotismo, y tantas y tantas cosas que no alcanzo a vislumbrar.

Ahora, Astrid y yo tenemos mucho por aprender y yo estoy listo para lo que venga, para Todo lo Bueno, para enseñar a dos pequeños a ser felices, para crecer y hacerlos crecer a la par.

Ahora, en la víspera de mi segunda noche como papá, sigo high y sigo dry. Mis lágrimas no han brotado pues mis ojos están dispuestos a no dejar que nada, ni siquiera las gotas saladas de felicidad como las de ayer, se interpongan entre ellos y la visión de mis hijos, la cisión más maravillosa que pudieran tener, lo mejor que verán en la vida.

Somos ellos y ellos son nosotros. Somos los cuatro fantásticos y ahora sé, que si dos es mejor que uno, definitivamente cuatro es mejor que dos. Para siempre...



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1 comentario:

Itan dijo...

:) felicidades por un nuevo blog, me dio mucha alegria encontrarme con este bonito lugar para tus nervios, crisis y felicidad, No se por que, pero siempre me alegra cuando un bebe llega a este mundo, que aunque retorcido y raro, tambien es sorprendente y bello, y me alegra por partida doble que Rodrigo y Mateo hayan llegado a este lugar con bien, sanos y llenos de amor, es bueno saber que estan en 2 pares de buenas manos y rodeados de gente que los quiere. Felicidades por encontrar una mujer magnifica, una mama amorosa para ellos, y 2 bebes que son 2 grandes bendiciones :) un abrazo de 3 para los 4 :)