miércoles, 13 de julio de 2011

... Tears for fears ...

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No es raro, en estos días de lágrima fácil, que mis cachetes se mojen de sal al pensar en la ya inminente llegada de mis bebés. No es raro tampoco que mientras los minutos me corren el cuerpo, ya como si les costara trabajo, ya como si tuvieran toda la prisa de la historia, el nervio se acumula en mis yemas impidiéndome escribir "de corridito"; justo ayer, saliendo del gimnasio, el sostener el tenedor con un pedazo de pepino imbuído de limón, mi muñeca derecha temblara como si y fuera Cassius Clay. Parkinson de gimnasio le llamé a ese curioso fenómeno. Ahora, a más de catorce horas del ejercicio y ya con el pellejo que se niega a adherirse al músculo colgando sobre el cinturón, siento el temblor en las piernas cada vez que miro la hora, la fecha y el día.

Muerto de miedo. No literalmente por supuesto, pero sí estoy cierto de que no hay temor más grande que el de un padre para con la seguridad de sus hijos. Ya lo dije, si ellos están bien, yo estoy bien. Yo ayudaré en lo que pueda y en lo que me permitan, yo cargaré a mis niños cuando me los den, cuando ya estén seguros, todos, de que este papá tembloroso no va a dejarlos caer. Y no los voy a dejar caer, no el viernes, no el sábado, no el domingo... y nunca.

Quizá deje de preocuparme por momentos y sin embargo siempre estará la cosquilla de lo que puedan o no estar haciendo. Si se despiertan en la noche con un llanto indefinido e indefendible, si al aprender a gatear se dan trescientos mil sopapos contra el piso cuales humanos Bambis, si con sus primeros pasos se estrellan contra la orilla de la mesa, si el librero se convierte en un perfecto escalódromo de bebés, si se raspan las rodillas al caer de la patineta, si su tío les regala su primera motocicleta, si ese niño gordo y horrible les quita su almuerzo, si esas niñas malas les rompen el corazón, si se mueren de miedo cuando vayan a nacer sus propios bebés ...

En fin, no hay razones para temer. Mi fuero interno y Astrid, la voz de mi conciencia, me dicen que no va a haber mejor padre en el mundo que el de Mateo y el de Rodrigo. Sólo lo sé porque tengo la compañía perfecta e ideal de la mejor mamá del mundo, ella, Astrid, que ha cuidado, protegido y alimentado a este par durante estas últimas treinta y cinco semanas, con tan solo mi apoyo moral y presencial. Sé que me falta toda la experiencia del mundo, sé que moriré de vergüenza todas y cada una de las veces que me equivoque y sé también que, pase lo que pase, no hay razones para temer; no, al menos, racionalmente. Aunque mi falible condición humana me diga lo contrario e, irónicamente, sabiendo claramente y desde el inicio que no hay victoria sin mil derrotas, no hay grandeza sin mil pequeñeces y no hay vuelo sin mil caídas.

Rodrigo y Mateo estarán listos para volar, de eso no tengo duda alguna. Yo, por otro lado, sólo quiero que ellos sean felices, sé muy bien que Astrid y yo seremos más felices cada día, en el camino de construirles el mundo perfecto, encontraremos nuestro propio destino. No funesto, para variar, sino luminoso. Completamente luminoso... y lo que falta.

Después de todo, uno no viene a la vida a sufrir, no es el trato. Sufre quien quiere. Hoy quiero gozar a mis bebés hasta que, sin dejar de ser "mis bebés", emprendan el vuelo hacia sus destinos particulares. Después gozaré sus presencias tanto como sus ausencias; sus llamadas y sus silencios, y sus abrazos y sus desdenes. Sin reproches, después de todo, la vida habrá sido buena conmigo al permitirme conocerlos, ser su padre y su guía y su mentor y demás. Ellos para mí lo serán todo. Todo.



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3 comentarios:

la chida de la historia dijo...

Me robaste 2 que 3 de aserrín... y yo también creo, incluso puedo asegurar, que el papá de Rodrigo y Mateo es re chido!!

Besos y abrazos.

Elphaba dijo...

Creo que es verdad que de mañana en adelante viviremos aterrados por todas las cosas que puedan amenazar la felicidad de este par... pero también creo que no hay nada que te haga sentir más vivo que amar a alguien tanto que puedes estar seguro que darías tu vida por su felicidad.

Yo me siento privilegiada porque a partir de mañana tendré a 3 persons por las cuales podría dar la vida... ¿y tú?

Itan dijo...

aun y con nervios, sigues escribiendo para leer "de corridito" :) me encanta saberlos felices a los 4, y saber que ese bonito par de bebes tienen unos papas tan buenos, tan amorosos, tan entregados... :)